La golpeó, puso un fierro en su pecho,
mató la esperanza de un hecho,
inventó un futuro deshecho.
Salió así su bravura cobarde, infernal,
tristemente aceptada, normal,
hizo de eso un defecto.
Generó movimiento violento en su ser,
nunca más pudo ella volver;
fue el silencio en esencia.
El valor y el amor,
los dos juntos pudieron ganar:
chau, adiós agresor.
Y voló, siempre al viento le toca un adiós.
Hay tormentas que quedan, que están,
en la arena no vive,
pero puso amor a la vida,
a ella misma, al dolor.
El problema tiene solución,
es que a gritos lo pide...
El valor y el amor,
los dos juntos pudieron ganar:
chau, adiós agresor.
Puso un fierro en su pecho,
mató la esperanza de un hecho,
inventó un futuro deshecho...
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