El olvido es el disparo a la conciencia,
la memoria es el final de la inocencia.
Soplen fuerte para generar un viento
que no deje que se eclipsen los recuerdos.
Traigo leña para que no muera un fuego
que no quiere contemplarnos como ciegos;
porque nunca se me va a curar la herida
de haber visto cómo se me iba la vida...
No omitamos que esa noche de Diciembre,
almas púberes en busca de la gloria,
se encontraban cara a cara con la muerte
a raíz de una vorágine traidora.
Que me devuelvan las sonrisas espontáneas,
que yo, a cambio, puedo dar mi escepticismo,
que es aquel que ha de surgir en la desgracia
de sentirse un ingenuo desprotegido.
Y que el futuro sólo sea lo que viene
y no aquel karma que a mi pánico entretiene.
Por las noches, en la cama, no estoy solo...
Pues la culpa es inquilina en mis entrañas.
Cuando, en realidad, los dueños de este dolor
son políticos de la peor calaña.
Pareciera que no ha servido de nada.
Sólo hay padres que no pierden la esperanza
de acabar la impunidad que es promotora
de una rabia que no da misericordia.
Que lo escuchen los que creen que en su vida
nunca pagarán los costos que le implican,
que se olviden de su intrépida malicia
y que nunca, que nunca se repita.
Que nunca, pero nunca se repita.
Que nunca, pero nunca, nunca se repita!
Que me devuelvan las sonrisas espontáneas,
que yo, a cambio, puedo dar mi escepticismo,
que es aquel que ha de surgir en la desgracia
de sentirse un ingenuo desprotegido.
Y que el futuro sólo sea incertidumbre
y no la lumbre que amplifique así mis miedos.
Reintégrenme el color que habitaba en los sueños,
yo puedo dar un centenar de pesadillas...
Que son aquellas que dan luz a mi desdeño,
y quieren empujar un sol que trastabilla.
Y que el futuro sólo sea incertidumbre
y no la lumbre que amplifique así mi miedo,
y no la nube que me impida ver el cielo...
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