Cada flor que te dan se convierte siempre en una oración de recuerdos de sublimes momentos de un apretado adiós. La ceniza será quien nos lleve hasta donde ahora estés, a nosotros, que una vez fuimos parte de tu corta vejez. Si ese viento que te llevó, pudiera confesar que te brindaba la paz, lo abrazaría junto a mi voz. Si aquel día pudiese hablar, le diría que hoy no tengo necesidad de entregarle mi perdón. Hoy tu misa cayó como un velo que te trajo hasta aquí, y tu alma acarició cada poro y ahora es parte de mi. Si pudiera rezar, rezaría por volver a sentir cada frase que dejaste en mi sueño y que fue parte de ti.
Me hacés tanta falta.
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